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El Viaje del Verano 2013: la Bretagne y algo más

Cinco mil kilómetros por carretera…

Hacemos balance en Septiembre del viaje de este verano. Esta vez nos fuimos de nuevo en coche con "toda la tropa" superamos los cinco mil kilómetros, casi llegamos a los seis mil. Nuestro objetivo otra región de Francia, hace dos años fue el Périgord y en este 2013 la Bretaña francesa, el NW francés, el finisterre gabacho. Haremos algunos posts este mes de Septiembre, pero hoy aquí os dejamos las transcripción literal de lo que hemos hecho, nuestro particular Diario del Viaje 2013.

16 de agosto
Es la fecha de nuestro viaje de verano, hay muchos viajes a lo largo del año, pero este es siempre el más importante, el más pensado: vamos en coche rumbo a la Bretaña, toda la familia, de la que no es una excepción nuestra perrita Luna. El maletero repleto, no nos reprimimos como cuando vamos en avión, es la ventaja. Salimos de Cádiz un poco más tarde de las seis, es de noche todavía, por la calle nos cruzamos con los que terminan la noche de juerga, la calor de estos días apenas nos ha dejado dormir pero ya estamos en carretera, rumbo a Sevilla y la ruta de la plata. Nuestra primera parada será Santander. A eso de las ocho y media paramos en un pueblecito de la provincia de Badajoz para desayunar, unas buenas tostadas en la terracita del bar, con Luna hay que acostumbrarse a las limitaciones, al menos en España. También aprovechamos para comprar en la panadería de este pueblecito una par de barras de pan recién salidas del horno. Íbamos con el tanque lleno que llega casi hasta alcanzar nuestro primer destino, Santander, pero unos kilómetros al entrar en Cantabria tenemos que repostar.

Apartamentos en Guarnizo que habíamos contratado por booking

A eso de las dos y media de la tarde llegamos al apartamento que hemos alquilado, en Guarnizo, a diez minutos de la capital. No está mal, aquí preparamos unos bocadillos con el pan que habíamos comprado por la mañana y la charcutería que traíamos desde Cádiz. Un descansito después de comer y antes que se haga muy tarde primer paseíto por Santander, visitamos el centro comercial y buscamos una cafetería que nos recomendaban en las guías por sus chocolate con churros, La Aliva, como no podemos entrar en el local (porque íbamos con Luna), hacemos una sentada en la plaza de al lado junto a una iglesia para comernos nuestros vasitos de chocolate con los churros en unos paquetitos con su azúcar y todo -¡deliciosos!-, la fama justificada. Luego nos dejamos ir por las calles peatonales, la plaza Pombo, plaza porticada, iglesias, la Catedral, que no podemos visitar y dejamos para la mañana siguiente. Finalmente cenamos en una terracita unas cervecitas con unas raciones, entre las que no faltan las famosas rabas y unas magníficas gambas al ajillo. Y vuelta a Guarnizo, a los apartamentos Bahía de Boo.

Retablo de la Catedral de Santander
Claustro

17 de agosto
Ponemos el despertador temprano pero nos hacemos todos un poco los remolones, la primera etapa de coche y visita ha sido intensa. Aunque habíamos comprado cosas para el desayuno (el apartamento tiene cocina), sin embargo nos hemos encontrado que en los apartamentos hay una zona de buffet gratis de desayuno, con café y bollos que nos facilitan perder el tiempo en preparar los desayunos: bien por el apartamento. Y ya desayunados para Santander, metemos el coche en un parking cerca de la Catedral, son las diez y media más o menos y nos da el tiempo justo de visitarla junto el claustro y la capilla preciosa del Cristo. A eso de las once comenzamos nuestra caminata por todo el paseo de Pereda, un día maravilloso con las vistas de la bahía de Santander, sol radiante pero la temperatura no llega a los treinta grados, es un buen día norteño, nada para nosotros que venimos de otras latitudes. Llegamos hasta el Club Náutico, la Escuela de Náutica y el Palacio de Festivales de Música, edificios que marcan el punto de inflexión hacia las playas que recorren el perímetro de Santander hasta llegar a la península de la Magdalena. Aunque ya conocía la zona me parece que sigue estando muy cuidada, en el pequeño parque marino los pingüinos y leones marinos hacen las delicias de Marta, más tarde llegamos, por fin, tras alguna cuesta y la caminata de toda la mañana hasta el Palacio de la Magdalena, famoso por haber sido durante algún tiempo residencia veraniega real y ahora por los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). A la bajada del palacio, donde nos encontramos varias novias en coches antiguos que usan el edificio como sede de sus convites, (son los únicos vehículos que permiten entrar en la zona de la Magdalena) llegamos a un merendero donde nos esperan unos bocatas y una jarra fría de cerveza. Las playas del camello y del sardinero están a rebosar, preciosa la zona. De allí nos cogemos un taxi para que nos retroceda el camino andado a pie hasta el parking donde volvemos a recuperar nuestro coche. Nos vamos ahora hasta el Cabo Mayor, a la zona del faro y a un caminito desde el que tomamos unas fotos de las mejores vistas de la bahía, realmente ha merecido venir hasta aquí. Como es temprano para desaprovechar este magnífico día y como mañana continuamos el viaje para Francia, vamos a “gastar” la tarde en un pueblo del que yo tenía muy buen recuerdo cuando lo visité hace más de diez años, Santillana del Mar. En media hora desde el Cabo Mayor, nos colamos allí, pero si bien las casonas siguen como hace años, la masificación turística hace del pueblo una especie de exposición permanente de tiendas de souvenir, restaurantes y hoteles (incluso hay un parador)… todo muy forzado, pero bueno merece la pena verlo, intento la odisea de sacar fotos sin turistas ¡difícil tarea! A eso de las siete de la tarde estamos de vuelta en nuestros apartamentos, pasamos antes por un super para comprar algunas cositas para la cena.

18 de agosto
Tempranito, sobre las ocho y media nos levantamos, aunque es domingo, desayunamos en el apartamento y volvemos a meter las maletas en el coche. Atravesamos la cornisa cantábrica y vasca hasta alcanzar la “frontera” francesa, que hoy se ha convertido en un atasco tremendo en el peaje de acceso a la autopista desde Irún. Ya habíamos pagado peaje en el País Vasco, pero esto no es nada para las que tendremos que pagar en Francia. A mediodía, a medida que se acercan los kilómetros a Burdeos, es domingo y con el puente parece que la aglomeración de tráfico es mayor, la velocidad se ralentiza hasta pararse los coches. Tal como está la cosa decidimos echarnos a un lado a un área de descanso y sacar los bocatas y descansar un rato. Volvemos a la autopista pero el atasco no cesa, sigue, y seguirá hasta bien pasado Burdeos ya apuntando hasta nuestro próximo destino, La Rochelle. A este pueblecito llegaremos por la tarde, sobre las seis y media, un apartamento un tanto cutre (limpieza pésima y tres pisos sin ascensor) de una cadena conocida, que aunque no está en el centro, pero se llega al puerto de La Rochelle en apenas diez minutos andando.

Las torres medievales de acceso al puerto de La Rochelle

Es una belleza La Rochelle, especialmente el entorno del puerto, ahora solamente para pequeños veleros, y con dos espigones que se cierran por dos cuidadas torres medievales; también está en perfecto estado el faro un poco más afuera de la canal de entrada. La tarde noche llena de turistas el lugar, mucha gente por todos lados, nos recomiendan las calles perpendiculares al muelle para comer y allí nos zampamos la primera cena francesa, donde nos faltan las ostras de la vecina Isla de Ré. Marta goza con sus platos y con su postre de chocolate.

19 de agosto
Tenemos que dejar el apartamento antes de las 11h y eso nos lleva a continuar nuestro despertar mañanero. Aprovechamos y nos vamos a desayunar a una terracita en el puerto de La Rochelle, un “petit déjeuner” exquisito y más barato que lo que nos pedían en el Appart'City, sobre todo no tiene precio la vista de las torres, además es temprano y apenas hay turistas. Volvemos a recorrer las calles de anoche pero esta vez vacía, es lunes además, y podemos visitar incluso el mercado de frutas de la tierra y del mar, ¡qué buenas las ostras y los mariscos! Ya de nuevo en ruta, camino de nuestro destino bretón, pero antes haremos una parada intermedia en Nantes para comer. Allí estamos sobre la una y media, aparcamos cerca de la Catedral y después de ver el imponente templo nos vamos en busca de unas galettes con sidra. Si bien Nantes ya no es bretona, pero si que ha estado muy relacionada con la región norteña, aunque terminara coronando la nueva región del Loira Atlántico. Después de comer hacemos una visita rápida a la ciudad, las calles muy animadas y todo muy ordenado, llama la atención el tráfico reducido y el uso de carriles especiales para bicicleta, autobús público y el tranvía. Es impresionante el Castillo de los Duques de Bretaña, una antigua fortaleza medieval y palacio ducal, reformado sobre el castillo original del siglo XIII.

Nantes, la catedral
Castillo-Palacio de los Duques de Bretaña

Y antes de que se nos haga de noche enfilamos nuestra casita que habíamos alquilado desde Mayo, no sabemos nada de ella, más allá de su nombre Villa Tranquillité y su web desde la que accedimos a la reserva. Dos horitas desde Nantes y se ve ya el cartel de Rohan, una villa pequeña junto al canal de Nantes a Brest, una gabarra atracada, una pequeña esclusa y la casita en la ribera, poco más de las cinco y media que era la hora de llegada, allí estaban otras familias francesas y una alemana, con la que compartiremos la semana. Nos recibe la señora Duraffour, propietaria y alma mater de este lugar. No nos defrauda para nada el sitio, ni la casa, ni el ambiente, ni las cuidadas habitaciones con todo tipo de detalles. El día, además acompaña, con el ocaso de sol radiante. Estamos en Villa Tranquilité, no puedo resistirme a darme un paseo por los alrededores con Luna.

20 de agosto
Castillo de Josselin

Primer desayuno en la casa de la señora Duraffour, todo un primor de tipos de mermeladas, pasteles, quesos, mantequillas,… ¡genial! Ya con energías, tempranito, a eso de las nueve nos ponemos en marcha, visitamos rápidamente un pueblecito que se llama Josselin, a orillas del rio Oust, con un castillo interesante y unas calles que aún permanecen con el estilo de las casas medievales bretonas. Hay también una basílica que estaba en ese momento visitable y que pudimos apreciar con detalle.

Parlamento de Bretaña en Rennes

A una hora más o menos, llegamos a la capital actual de la Bretaña, Rennes: una ciudad mayor de lo que pensábamos, con unos pocos edificios medievales que han quedado de una quema que arrasó la ciudad durante seis días en el año 1720, pocos pero muy interesante para poder entender el estilo de las casas tradicionales bretonas. A ello hay que añadir edificios posteriores como el Parlamento Bretón en una construcción muy al estilo de los grandes edificios parisinos o una insulsa catedral del siglo XIX que poco dice. Antes de marcharnos aprovechamos para cenar en una calle muy frecuentada por restaurantes, la Rue de St. George. Posteriormente vuelta al parking para recuperar nuestro coche con ganas de visitar Saint Malo, una hora desde Rennes más o menos. Pero al llegar una marabunta de coches y personas, damos vueltas y vueltas por la ciudad intramuros para definitivamente renunciar y salir a aparcar en las afueras. Una caminata hasta dentro otra vez y finalmente alcanzamos nuestro destino a pie. Realmente es esto una feria, debe ser el Agosto, pero hay más gente que en el metro. Subimos por las murallas y vemos a la espalda del puerto unas preciosas playas, rincones, fuertes e islas lejanas que dan al paisaje una impronta marina muy propia de esta zona. Ha merecido la pena aunque haya sido una paliza de gente y tiempo. Saint Malo conserva el espíritu de isla fortificada, entre sus marineros uno muy famoso se recuerda en un monumento muy cerca de la Escuela Nacional de la Marina Mercante, es Cartier, Jacques Cartier, el descubridor del Canadá, el que dio paso a la colonización francesa de una parte de ese país que hoy todavía habla el francés. Bueno ha sido un día agotador, el gps se encargará de orientarnos de vuelta a nuestra casita en Rohan.

21 de agosto
Côte Sauvage

Jornada dedicada al Golfo de Morbihan y la Bahía de Quiberon, al sur de Bretaña. La señora Duraffour esta mañana en el desayuno me había comentado que la entrada a la lengua de tierra que lleva a Quiberon era un cuello de botella para los coches y que a partir de las once se bloqueaban los accesos con tediosas caravanas, por ello nos fuimos antes que nada a visitar este pueblecito, llegamos casi a lo justo, sobre las diez y media, ya había coches, pero pudimos entrar sin problemas. Aquí hay muchas casas de descanso con vistas al mar, una playas fabulosas y unos acantilados hacia poniente que llaman la Côte Sauvage, ¡por algo será cuando llegan los temporales!

Enfilaciones de Carnac

Nos dimos un largo paseo de un par de horas bordeando esta pequeña península para volver con el coche en dirección norte para Carnac, famoso por ser uno de los yacimientos prehistóricos más importantes del mundo. Pero los menhires podían esperar para que comiéramos, y fuimos a una Moulerie, una especie de restaurante especializado en el plato típico de mejillones (pequeñitos pero muy sabrosos) con patatas fritas, al estilo de otros países como Bélgica. Ya acabada la olla de moluscos nos dirigimos a buscar las enfilaciones de menhires, parece que existen en la zona más de tres mil pedruscos alineados en un par de direcciones, no se sabe mucho de estos, ni de estas poblaciones megalíticas que vivieron en esta zona hace más de seis mil años. Hay una zona protegida y un camino desde el que vas viendo los levantamientos prehistóricos, un poco aburrido en cierto modo, pero para el que le guste… Ya para terminar la tarde fuimos a la capital de la zona, que es Vannes, en la entrada del Golfo de Morbihan, aquí quizás los descendientes de esos megalíticos formaron una tribu de marinos que hizo frente a los romanos aunque cayeron a manos de Julio César para integrarlos como todos los franceses a la Galia. Hoy Vannes es una gran ciudad que tiene un casco histórico muy interesante con casas antiguas bretonas y una catedral del siglo XIII, aunque algo reformada pero interesante, que guarda los restos del valenciano San Vicente Ferrer; como parte de su muralla se conservan dos puertas muy bien conservadas. A eso de las seis de la tarde de vuelta a la Villa Tranquillité.

22 de agosto
Hoy nuestro objetivo era Le Mont Saint-Michel, en la casi frontera entre Bretaña y Normandía. Pero era un destino complicado, parece que es el número uno de los lugares visitados en Francia, no se pero hablan de más de tres millones al año para una islita de menos de cuatro kilómetros cuadrados, pero había que llegar pronto. Una hora larga, casi dos horas desde nuestra punto base, así que sobre las once estábamos aparcando en un enorme parking desde el que a través de autobuses lanzaderas te llevan hasta la entrada de Saint-Michel. Las mareas marcan la entrada y salida, así como la visita que hagas, ayer además fue luna llena y la marea en Agosto es importante, casi quince metros de diferencia de altura Durante siglos únicamente era accesible por vía terrestre en los momentos de marea baja, y por vía marítima cuando la marea era alta. Actualmente se puede acceder a la abadía en todo momento gracias a la carretera que lleva a los pies de la roca. Esta todo muy organizado, la verdad que un diez en este caso. Esta masificado pero organizado, a nosotros nos dio tiempo para bajar a la zona inter-mareal y pegarnos un paseo descalzos por el agua muy agradable.

Le Mont Saint-Michel

Como terminamos relativamente temprano, a eso de las dos de la tarde ya estábamos en el coche, nos tocaba comer y nos paramos en un restaurante a pie de carretera, en zona normanda, así que tocaba homenaje de marisco ¡ya era hora! Cuando se acabó la opípara comida nos marchamos a ver una ciudad normanda señera, como es Caen, un par de abadías enormes y una iglesia la de San Pedro muy interesante, como el espacio de castillo que hoy alberga un par de museos que no nos dio tiempo a visitar. La vuelta de Caen a Rohan fue larga de por sí, además de una retención de casi una hora en la autopista de Rennes. Así que esta crónica la redacto ya casi las doce de la noche, mañana más.

23 de agosto
El día de hoy ha sido monotemático, el bosque de Brocéliande, el famoso bosque de las leyendas del Rey Arturo y los caballeros de la mesa redonda. Si bien la Bretaña fue todo un bosque, hoy día son escasos los espacios como este, y solamente por eso ya es digno de ver el circuito de lugares referentes de los episodios de estos personajes, además de la curiosidad de los mitos. El centro de la zona es el pueblecito de Paimpont donde se encuentra la abadía del siglo XIII, pero como antes nos coge de camino el castillo de Trècesson pues aprovechamos para visitarlo antes. Desde Paimpont y con la información que nos suministra la Oficina de Turismo comenzamos un pequeño recorrido que nos lleva en un sendero a pie, a encontrarnos con la “supuesta” tumba del mago Merlín, con ofrendas de frutas y papelitos con deseos que dejan los caminantes, más allá la también “supuesta” fuente de la eterna juventud, finalizando este primer recorrido de algo menos de un par de kilómetros, volvemos al coche.

El bosque mágico de Merlin y los caballeros de la Mesa Redonda

Y llegamos al Castillo de Comper, donde se encuentra un centro de estudios artúricos y un pequeño lago que se atribuye al llamado estanque de Viviana, que nosotros más vulgares aprovechamos para montarnos un pic-nic para saciar nuestra hambre del día, es la hora del almuerzo. Pasado el pueblo de Concoret nos adentramos en una pequeña carretera que nos lleva al roble de Guillotin, uno de los árboles más antiguos y grandes de Bretaña, con cerca de mil años y nueve metros de circunferencia. Ya para terminar la tarde alcanzamos Trehorenteuc, donde primero visitamos una iglesia muy bonita, Eglise de Gaal, que es la referencia de partida de otros senderos que nos llevan a un ¿mirador de hadas? Al llegar parece realmente un sitio mágico, no por las hadas, sino por la música de una chica tocando el arpa y vestida a la usanza de aquellas leyendas, un lago, cierto silencio y todo parece tan bonito. En un rincón del mirador un montaje con árboles ennegrecidos y uno de ellos pintado de oro, un castaño dorado, en recuerdo del bosque quemado ya que fueron varios incendios los que allí se produjeron. Y desde Trehorenteuc nos fuimos ya a la casa para descansar. Por la noche en Rohan nos fuimos a una pizzería, aunque terminamos trayéndonos las pizzas a la casa.

24 de agosto
Empezó la mañana lloviendo pero dejo de hacerlo nada más ponernos en marcha. Ha sido hoy un día intenso, algo frío pero agradable, con visita a lo que aquí llaman recintos parroquiales, los más importantes en el valle de Elorn, muy parecidos en cada pueblo bretón. Elegimos tres, el de Commana, Guimiliau y Saint Thegégonnec. Realmente muy parecidos, con su cruceiro o calvario con la cruz y numerosos personajes bíblicos en su base, el osario, la iglesia y el cementerio.

Saint Thegégonnec

Para comer nos desplazamos algo al sur, para visitar una de las ciudades más bonitas de Bretaña, Quimper, la antigua capital de Cornualles, donde además de comer nos dimos una vueltecita muy animada, un casco viejo con casas antiguas bretonas muy bien conservadas y una visita a medias a la catedral (del siglo XIII) ya que se estaba celebrando una boda. Para volvernos a casa optamos por la costa y de camino una paradita en un pueblo pesquero muy interesante, Concarneau. Paramos en una de las playas, poca gente bañándose, el agua debía estar muy, pero que muy fría. Y aparcamos para ver la Ville Close, la ciudad amurallada construida en una isla del puerto, con calles a rebosar de gente, con las típicas tiendas para los turistas. Y el día quedó en eso, una horita en coche, y otra vez a Rohan, superamos ya los tres mil kilómetros desde que salimos de Cádiz.

25 de agosto
Côte de Granit Rose

Nuestro último día en Bretaña, hemos preparado una excursión que no fuese agotadora, una vista a las costas de granito rosa (Côte de Granit Rose). Hemos ido del tirón hasta la zona frente a la famosa isla de Bréhat, en la punta de la Arcouest, al norte de Paimpol, a 2 km de una carretera con excelentes vistas y unas playas de piedrecitas de granito. Hemos jugado, pero claro ni asomo de bañarse más bien frío. De vuelta, primero hemos visitado un mercado local en una pequeña aldea y luego en Paimpol, como era domingo hemos dado un paseo por su rastro de antigüedades muy interesante, una visita al paseo marítimo muy bonito por cierto y como era la hora de comer, finalizamos como empezamos con unas ostras bretonas, ¡qué buenas!

26 de agosto
Todo lo bueno se acaba, hoy camino de vuelta, una parada en el Loira, no podíamos ver todos los castillos y hemos elegido el château de Chenonceau, también conocido como el castillo de las mujeres, porque siempre estuvo en manos de aristócratas. Llegamos en poco menos de cuatro horas de carretera desde Rohan, previamente comimos unos bocatas en un área de servicio que por aquí están muy bien con su merenderos, servicios, cafetería, gasolinera,… El castillo tiene poco de castillo y mucho de palacio residencial, dicen que se trata del Monumento Histórico en manos privadas más visitado de toda Francia, e incluye varios jardines. Al final de la visita, que por cierto la entrada es de 11 euros por personas, algo menos para niños y estudiantes, nos plantamos en Tours que es la ciudad donde teníamos un apartamento reservado para esa noche. El gps se perdió un poco porque la calle tenía un nombre diferente al que aparecía en la maquinita, además se encontraba muy lejos del centro de la ciudad, pero llegamos. Al final de la tarde nos depararía una sorpresa, la catedral de Tours, ¡vaya catedral! ¡vaya vidrieras medievales! Fue construida entre 1170 y 1547, cuando llegamos estaban tocando el órgano y fue un instante mágico, espectacular. Con la noche cayó una fina lluvia y nos fuimos a cenar a un restaurante libanés.

Château de Chenonceau

27 de agosto
Día de carreteras, de Tours a Madrid. Hemos salido a eso de las nueve y hemos llegado a las ocho de la noche a casa de nuestros amigos Joju y Ampa. Allí nos quedaremos un par de días.

30 de agosto
Ya estamos en Cádiz, última etapa, hemos vuelto de Madrid por Extremadura, el cuentakilómetros pasa los cinco mil novecientos kilómetros, casi llegamos a los seis mil... el calor del verano que habíamos evitado en Francia nos ha caído de sopetón, ¡qué calor! y el lunes a trabajar.


Si te gusta Francia aquí tienes información, al menos de tres grandes viajes



Comentarios

M. Teresa ha dicho que…
Me encantan las rutas en coche! Parece que lo habéis pasado muy bien, supongo que ya irás entrando en detalles.

Un saludo
Él y ella viajeros ha dicho que…
Un viaje precioso. Conozco bastante la zona, pero me encantaría volver a visitarla con mi familia, como habéis hecho vosotros y es que tiene un poco de todo, playas, prehistoria, leyendas, bosques encantados... y ese punto rebelde de la Bretaña, que le hace ser una región de Francia tan peculiar. Muchos saludos.
xipo ha dicho que…
Vaya viaje!! Me tengo que animar a conocer esta zona que es preciosa!!

Xipo- www.enelmundoperdido.com
Mari Carmen ha dicho que…
Tengo ganas de conocer esa zona pero la verdad es que me da pereza la cantidad de kilómetros que hay y eso que yo estoy en Madrid. No se hizo pesado?
Paco Piniella ha dicho que…
@MC Cruz: Realmente si te gusta conducir y vas haciendo tus paraditas, no se hace pesado.
Fran Soler ha dicho que…
un viaje estupendo. Tengo muchas ganas de hacer algo parecido con mis mellizos de 4 años pero no se si será mucho coche para ellos...Igual en avión hasta francia y alli alquiler no? Saludos
Fascinante viaje ... fíjate que ... seguramente por ignorante pero nunca he visto a Francia como un país para recorrer ... tal y como haría en USA, Italia ... India, etc ... He estado muchas veces en Francia pero ... sólo en París, ni siquiera en Le Mont Saint-Michel que es un lugar que tengo en mi top10 de lugares a visitar ...

Sé que estoy equivocado o quizás sea porque lo veo tan cerca que ... me da pereza visitar Francia.

Un abrazo y genial post (y viaje claro)
Diario viaje Kiana ha dicho que…
He estado algunas veces en Francia pero tengo pendiente visitar esta zona que espero conocer algún día ya que sus castillos y paisajes tienen muy buena pinta. Aunque no se si me atreveré a hacerlo en coche, menuda paliza!

Saludos!