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Cañón de Añisclo y Valle del Vió - Pirineo Aragonés


Hace unos meses hablamos de los Llanos de la Larri, hoy volvemos a los Pirineos Aragoneses para fijarnos en un paraje precioso, el cañón de Añisclo, con una carretera, la primera vez en mi vida que esto me había pasado, de sentido único (no puedes dar la vuelta). Cuando empiezas te das cuenta de por qué, pasas pegado al cañón y con unos precipicios de vértigo, pero espectaculares, merece mucho la pena, además de divisar el maravilloso vuelo del quebrantahuesos.


Arriba se puede ver la carretera como va serpenteando por el río.


El Valle de Vió también conocido como Bal de Bió o Ballibió (en aragonés) se encuentra entre los cursos de los ríos Ara y Cinca, en la comarca del Sobrarbe. Lo recorre el río Aso, que desemboca en el Vellós o Bellós a su salida desde el cañón de Añisclo. El límite norte de Ballibió es la Sierra de las Cutas, que lo separa del valle de Ordesa. La capital del valle y cabeza de municipio es Fanlo. Otras poblaciones son Buerba, Buisán, Gallisué, Nerín, Sercué, Vió (que da nombre al valle), Yeba y las pardinas de Ballarín y de Blasco. Está atestiguada la presencia humana en la zona desde hace varios miles de años, principalmente por parte de poblaciones nómadas o seminómadas dedicadas a la ganadería. Esta actividad ha sido constante a lo largo de la historia, hasta el punto de que todavía se practica la trashumancia por parte de ganaderos locales, que en verano aprovechan los pastos de altura circundantes y en invierno bajan a las tierras llanas del valle medio del Ebro. (Wikipedia)
 
Plano del Valle del Vió

En los cañones como este ocurre lo que se llama la inversión térmica, ya que el aire frio se queda atrapado en el fondo del cañón y queda taponado por una capa de aire caliente. El aire del fondo no puede elevarse puesto que es más frío y pesado que el aire caliente que le tapona. De esta forma la temperatura es más fría y húmeda en el fondo del cañón y más cálida a medida que se asciende por sus paredes. Por ello las plantas más secas se localizan en las partes altas y las hayas, fresnos, tilos, abedules y sauces viven en el fondo del barranco, dando lugar a unos pisos de vegetación contrarios a lo habitual.

 
El Valle del Vió está al sur del Monte Perdido. La zona tiene un paisaje de los más fascinantes del Pirineo, como puede verse en las fotos. Hay cascadas, rápidos y las solitarias carreteras donde de vez en cuando te encuentras un pequeño pueblos perdido de montaña (algunos deshabitados) con calles empedradas y prados ganaderos.
 

A la salida del cañón fuimos buscando una de las iglesias románicas más importantes de la comarca, el pueblo casi vacío, lo alcanzamos después de subir una carretera curiosa. Allí estaba la iglesia, pero no hubo forma de dar con el que tenía la llave para enseñárnosla, esto como sabéis es muy corriente especialmente en los pequeños pueblos de zonas aisladas con estas.
 

Y aquí la tenéis, la iglesia románica de San Vicente (Vió), del siglo XII, con su hermoso ábside lombardo, situada exenta y un poco aislada del pueblo sobre un pequeño collado. Al norte tenemos el macizo de Monte Perdido y en esa misma dirección, el cañón de Añisclo, de donde veníamos. Tenía pinturas murales del siglo XIII, que cubrían su ábside, pero que hoy se encuentran en el Museo Diocesano de Barbastro.
 
Como veis la belleza del Pirineo Aragonés es inmensa en naturaleza y cultura.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
¡Impresionante la naturaleza de ese entorno!.
Bonitas fotos. Me entran ganas de dejarlo todo e ir allí. Seguro que se duerme muy bien entre esas montañas.
CarmeLa