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Saint-Émilion: sus vinos y sus châteaux

Dicen de Saint-Émilion que es como una colina de los mil castillos

Imagina un pequeño pueblo medieval, encaramado en la orilla derecha del río Dordoña, donde el tiempo parece haberse detenido, si no fuera por los miles de turistas que en determinados momentos convierten sus calles empedradas en una feria. A pesar de eso, los antiguos muros de piedra caliza dan a Saint-Émilion (en gascón Sent Milion), un toque mágico. Este rincón de Burdeos lleva siglos cultivando algo más que viñas: una historia viva, un legado que se respira en el aire y se saborea en cada copa de sus vinos.

Saint-Émilion es una de las regiones vinícolas más famosas y con más encanto de Burdeos, conocida tanto por su historia medieval como por sus vinos tintos elegantes y complejos
Los viñedos forman parte de ese patrimonio forjado durante siglos

Aunque la ubicación exacta y la fecha del primer cultivo de vides en la región de Burdeos siguen siendo inciertas, sabemos que desde la época romana se construyeron ricas villas vinícolas en las tierras de Saint-Émilion, como la de Ausonio, poeta, viticultor y cónsul del Imperio romano en el siglo IV. El desarrollo de este viñedo continuó a lo largo de los siglos, hasta intensificarse en la Edad Media. En el siglo XII, bajo la ocupación inglesa, la creación y el desarrollo del puerto de Libourne allanaron el camino para expediciones marítimas que permitieron que la reputación de estos vinos se extendiera por toda Europa. Saint-Émilion produjo entonces los llamados vinos «honorarios», ofrecidos a las personalidades más prestigiosas, como los soberanos, y que ya se consideraban de una calidad excepcional y un gran potencial de envejecimiento.


El escudo de este pueblecito lleva la imagen de un monje bretón, Émilion, quien en el siglo VIII eligió este lugar para retirarse en soledad, cavando en la roca una iglesia que aún hoy parece un susurro del pasado. Con el tiempo, su nombre se convirtió en sinónimo de terroir, pasión y paciencia. Aquí, las viñas crecen sobre suelos ricos en arcilla y piedra caliza, que guardan el agua y alimentan las uvas con una mineralidad única. Además, bajo el pueblo se extiende una red de galerías subterráneas y bodegas excavadas a mano en la roca, donde los vinos maduran en condiciones ideales de temperatura y humedad constante.

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No es casualidad que Saint-Émilion sea un tesoro protegido por la UNESCO, un lugar donde el vino y la historia caminan de la mano, y donde algunos de los châteaux más prestigiosos —como Cheval Blanc o Ausone— cultivan no solo uvas, sino, como dicen ellos, cultivan sueños
Al llegar por la carretera te vas encontrando un sinfín de châteaux; visitar Saint-Émilion es como sumergirse en un cuento donde cada bodega es un capítulo, cada viñedo una página, y cada copa, quizás la palabra final que invita a brindar por el arte y la vida


El vino es el auténtico reclamo turístico de esta pequeña ciudad. Los vinos de Saint-Émilion son como relatos líquidos: Merlot, la protagonista suave y generosa, que aporta su dulzura y fruta madura, se entrelaza con el carácter vibrante y especiado del Cabernet Franc. A veces también se usa un poco de Cabernet Sauvignon, pero es minoritario. El resultado es un vino aterciopelado, complejo, capaz de evolucionar y contar nuevas historias con cada añada. En cada sorbo, se sienten aromas de cerezas negras, frambuesas, tabaco y, con el paso del tiempo, notas de cuero y trufa que parecen susurrar secretos de siglos.


En Saint-Émilion existe una clasificación propia, revisada cada 10 años. Sus categorías principales son:

  • Premier Grand Cru Classé A (la más alta)
  • Premier Grand Cru Classé B
  • Grand Cru Classé

Algunos châteaux legendarios de la zona son el Château Cheval Blanc, Château Ausone, Château Angélus o el Château Pavie.

Patrimonio arquitectónico de Saint-Êmilion

Al llegar al pueblo, lo primero que te atrapa son sus calles empedradas y estrechas, que serpentean entre casas de piedra y tejados rojos, conservando intacta la atmósfera medieval. Saint-Émilion es un verdadero viaje en el tiempo: cada rincón, cada plaza, parece susurrar historias de épocas pasadas.


La Iglesia Monolítica es un edificio religioso subterráneo excavado a principios del siglo XII de doce metros de alto y casi cuarenta de largo.

Esta considerada como una de las iglesias subterráneas más grande de Europa
La Ermita de Saint-Émilion se encuentra bajo la Capilla de la Trinidad, este lugar pudo haber servido como pila bautismal según la antigua práctica de la inmersión
Excavada directamente en la roca caliza del subsuelo, la acústica del interior es tan excepcional que a veces se celebran conciertos en su interior
Tallada en el siglo XII, pintada en el siglo XIV, devastada en el siglo XVI, maltratada en el siglo XVIII durante la revolución y restaurada en el siglo XX

La dimensión del campanario es de sesenta y ocho metros de altura. Aquí se celebran las ceremonias de la Jurade (Cofradía de los vinos de Saint-Emilion), fundada simultáneamente con la comuna de Semelione en 1199 por Juan Sin Tierra, rey de Inglaterra; aunque las reuniones ordinarias se hacen en la Torre del Rey.

El Castel daou rey, también llamada la Torre del Rey, es otro de los puntos emblemáticos de Saint-Èmilion. Es una torre de vigilancia que formaba parte de la antigua fortaleza medieval, testigo de la historia bélica y civil de la región. Es el único torreón románico que sigue intacto en la Gironde.

Situado en el interior de las murallas de la ciudad, el edificio descansa sobre un macizo rocoso totalmente aislado y excavado en cuevas naturales y canteras desde la Edad Media
Se pueden subir los 118 escalones (reconozco que yo no los hice)


Del suelo de la terraza inferior hasta la cima, hay una altura de treinta y dos metros, aunque la torre es de catorce y medio. Henry III Plantagenet, rey de Inglaterra y duque de Aquitania, fue quien en 1237 ordenó su construcción, cuando Saint-Emilion vuelve a caer bajo control Inglés.

 La iglesia más imponente de la parte alta de la ciudad es la Colegiata. Precisamente la actual Oficina de Turismo de Saint-Èmilion ocupa los locales del antiguo refectorio de la comunidad.

La puerta gótica


Otra vista exterior de la iglesia de la Colegiata
Claustro románico, el jardín central es un símbolo del Jardín del Edén


La comunidad religiosa era de los agustinos, establecida aquí entre los siglos XII y XVIII. Era un colegio de canónigos, no era sólo un lugar de culto, también un lugar donde vivíanLa primera piedra del edificio se colocó en 1110 a petición del arzobispo Arnaud Géraud de Cabanac. El crucero y el coro de la colegiata fueron transformados entre los siglos XIII y XV, lo que permitió la entrada del estilo gótico en la iglesia. Los tres arcos de medio punto tapiados que se ven en el muro este corresponden a la entrada de la sala capitular, que ya no existe.


Destacan las tumbas ricamente decoradas de los muros sur y este, que datan de los siglos XIII y XIV.


El siguiente edificio interesante, aunque muy cambiado de su estructura y función original es el Claustro de los Cordeliers, convertido hoy en un sitio hostelero, para copas y actos en el jardín.


Este claustro está relacionado con la orden franciscana, fundada por San Francisco de Asís en el siglo XIII. Los franciscanos eran conocidos en la Francia medieval bajo el nombre cordeliers, a causa de la cuerda que utilizaban como cinturón. Estos llegan a Saint-Emilion a principios del siglo XIII, aunque su primer convento fue establecido fuera de las murallas. Hasta finales del siglo XIV no recibieron el permiso para construir su nuevo convento dentro de las murallas de la ciudad. Y allí se quedaron hasta que fueron expulsados durante la Revolución Francesa.


En la esquina de la pintoresca plaza de la iglesia monolítica, está el Mercado cubierto. aquí tenía lugar el comercio del cereal, estaba protegido para evitar que la cosecha fuera dañada por los roedores o el clima.

En el mercado había listones de madera que se encajaban en los agujeros visibles aún en grandes aperturas y también había celemines, medidas de grano tallados en piedra

La configuración de Sant-Émilion proporciona el agua a pozos y manantiales que alimentan la parte superior e inferior de la ciudad y de ahí el origen de dos fuentes que fueron convertidas en el siglo XIX en dos lavaderos, proporcionando un agua clara y límpida: la fuente del Rey y la fuente de la Plaza.

El lavadero es una fuente pública para la ropa, especialmente para el enjuague que requiere grandes cantidades de agua clara y que aquí podían obtener mejor que en sus casas

Cerca de la iglesia monolítica hay que admirar la Casa de Cadène.

Este bonito edificio es la única casa con entramado de madera del pueblo y tiene una fachada que data de principios del siglo XVI, así como unos cimientos que datan de una época muy anterior


En el edificio de enfrente hay una torreta y una pequeña ventana doble. El conjunto muestra la evolución arquitectónica de este complejo residencial hasta el siglo XVI. Hay una hermosa escalera de caracol del siglo XVI.

Todo este patrimonio arquitectónico, junto con la belleza natural del paisaje y la cultura vinícola, hacen que Saint-Émilion sea mucho más que un pueblo: es un testimonio tangible de historia, arte y pasión por el vino. Sin duda, es un destino precioso para visitar: calles empedradas, iglesias talladas en la roca y espectaculares vistas de los viñedos. Se pueden hacer catas en bodegas históricas, visitar las iglesias... y todo eso, aunque claro está, rodeado de numerosos grupos de turistas ruidosos y con la guía turística pegando voces a cada esquina. Es lo que tiene hoy día el turismo. Les dejo, por último, con algunas fotografías más y un video de la Oficina de Turismo...




Espero les haya gustado esta entrada, mucha de esta información la he recogido de la web de la Oficina de Turismo de Saint-Èmilion y de las páginas de algunos de los châteaux.

Si te gusta Francia aquí tienes información, al menos de tres grandes viajes


👉 Hay también una etiqueta en el blog sobre Enoturismo


Comentarios

Merche Gallart ha dicho que…
Visité hace años un chateau en Saint-Émilion, fuimos desde Bordeaux. Me pareció un pueblo encantador. Muy buen reportaje y excelentes fotos.